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La maravillosa cinética del plexo solar
Junio 22 2009
Un ex periodista recorre la trayectoria DEL artista argentino radicado en CataluÑa. Una crÓnica ligera y a puntazos entre Buenos Aires, CÓrdoba y Barcelona, sobre uno de los contados MÚSICOS de habla hispana editado por el prestigioso sello britÁnico Cherry Records.
POR RICARDO CABRAL
La primera voz sobre un proyecto llamado Cineplexx me llegó en 2001 a manos de un ex compañero del escindido colectivo de artistas cordobés Bistró Casares, el artista sonoro y multiinstrumentista Enrique Deschutter. Por aquéllos días fluctuábamos entre una puesta de spoken word aliviada y carente de ensayo, y una afición por la producción y difusión de propuestas ajenas. Fue Enrique el que insistió en que debíamos conseguir los pasajes para que los hermanos Sebastián y Martín Litmanovich visitaran La Docta, para cerrar la tercera fecha de un ciclo interdisciplinario llamado Rocío, homenaje a la descendencia sonora de Daniel Melero. El único material que teníamos a mano era un disco de portada en cartulina verde claro con un pequeño corazón, el último de la llamada trilogía sicosomática, envío del inefable Leandro Frías, agitador incandescente del indie porteño y de las nuevas músicas -actual integrante de L'ÉCHO. El corazón respondía al título de la obra, Electrocardiograma, un téster de emociones pendulares, un viaje sideral en continuo por las extremidades de la conciencia. Es incómodo allanar una estética para cada emoción, pero al traducirlo en un término común de la crítica especializada, el disco fue un opus para la canción electrónica, sometida en aquellos días a un compendio de sofisticación presuntuosa. Cineplexx estaba más cerca de grupos indie rock como Jaime Sin Tierra o filiados al post rock de la cosmología viajera de Jackson Souvenirs -con los que compartió eventuales cruces artísticos-, más que con la asonada tecno o electropop. En una entrevista posterior a la salida de Electrocardiograma (en adelante ECG), Melero me comentó de las horas y la dilatación que sufrió aquel disco, en parte por la minuciosa necesidad de Sebastián de resguardar cada detalle. Entre los colaboradores estaban su hermano Martín –estable en casi todas las obras-; Oso, del combo lounge Giradioses; y Daniel Melero, en la coproducción.
Cineplexx había dado una primera estocada musical en 1997 a través de Comprimido, un cassette de edición limitada con una tirada de 100 copias. De allí sólo tuve la oportunidad de escuchar Ya existís, tema que parece ejecutado en un cuarto pequeño con un sencillo acompañamiento y sin intervenciones digitales, repitiendo de modo candoroso “vos ya existís / y no sabés mi nombre...”, ahora sólo digerible en la Dublab Session de 2007, bastante fiel a su homólogo de antaño. Antes de que alumbrara el último milenio salió Posología, la segunda obra de la trilogía sicosomática. En aquélla ocasión el sello editor fue Caipirinha, una plataforma neoyorquina de difusión de films, música, arquitectura y tecnología, portadora de un intenso activismo por los derechos humanos. La casa dilecta para dar cobijo a una película personalista atravesada por contraluz y penumbra, investida de complejidad sonora, abarcativa: post rock, jazz, noise, IDM de faz deep. La perturbación, la calma, una travesía onírica, y el amor. Todo ello sumido en la reiteración como recurso estelar en la composición lírica.
Dos años después Cineplexx vino a Córdoba, tocó para algo más de un centenar de personas que dicen todavía tener presente aquél show en un agosto frío, y antes de la hecatombe de ollas y corralito partió hacia Cataluña. En España ECG salió por Everlasting Records, y fue tal vez una excusa profesional para su radicación en la Península. Al tiempo, desde este lado del Atlántico, y a modo de preservar la cercanía y el agradecimiento hacia la obra que ilustró de cuerpo entero la gravitación y los sondeos al ras del suelo de mis contemporáneos, titulé ECG a un unitario radial en formato reducido, que durante cuatro años se emitió por la Rock & Pop mediterránea. Allí se difundieron con frecuencia propuestas provenientes de diferentes puntos del país, expresiones vernáculas devotas de la autoproducción. La intro y separadores fueron confeccionados por Cineplexx, y más que obra de recursos técnicos radiofónicos fueron pequeños tracks de referencia.
Siempre fiel al accionar laborioso y sostenido, Sebastián Litmanovich continuó en España repartiendo su tiempo de trabajo como diseñador gráfico (es el creador de la mayoría de las portadas de sus discos), y multiplicando su acervo compositivo. En 2003 la revista Rojo sacó el split en vinilo Capacidad Máxima: 1 persona, de Cineplexx, y No Funciona, de Glaznost.
Desde Argentina Los Inrockuptibles lo llamó el Colder criollo, aunque menos soporífero y propenso a las texturas difusas que su par franco vietnamita. La distancia definitiva de todo mote llegó con el mini cd Pequeños Accidentes Domésticos, su último disco disponible en bateas argentinas, por cuenta del desaparecido federalísimo sello Aerodiscos. Un álbum de canciones que hace pie en las emociones que migran desde una geografía hacia otra, para reconocerse otra vez a la distancia y emular quizá la entereza de alguna mañana de brisa fresca, vivida en Buenos Aires años atrás. Y con una aparente sencillez, ya que contiene una infinidad de sampleos de la vida cotidiana, entre el ordenador y la guitarra acústica en el ámbito doméstico.
Casi como un recurso habitual de alternancia, en 2006 Cineplexx largó Restar, un álbum con preeminencia instrumental, con recursos digitales de exploración, la sintomática electrónica de base rítimica y amplitud melodiosa. Tanto como en PAD, se sirvió de la compañía de su hermano Martín y Sebastián Kramer, uno de los vástagos de la inolvidable banda Jaime Sin Tierra. A ese disco le siguió de inmediato el registro de la Dublab Session, un recorrido por su repertorio de canciones, donde fue asistido en la grabación en vivo por el ciudadano del mundo Federico Aubele. Allí interpretó temas nuevos, algunos viejos hitos y cuatro covers bien diversos: de Family, Velvet Underground, José Luis Perales y Leumann, seudónimo de Martín Litmanovich.
En todos esos años mantuve esporádico contacto con Sebastián a través de correos, o de algún cruce casual en Buenos Aires. Recuerdo que en una de las conversaciones para la radio anticipó sobre un tema con Jad Fair, colaboración que salió editada hace un año en Picnic, otra apertura hacia la canción, cercana al sonido de las bandas preciosistas escocesas. Y no en vano, ya que en dos tracks se lo escucha junto a Duglas Stewart de BMX Bandits, y Norman Blake de Teenage Funclub. Una venia de trascendencia global satisfecha en la reciente edición de NuevaHola, compilado editado y distribuido a nivel mundial por Cherry Records. El cedé es una atractiva selección por los tracks incandescentes de Litmanovich (Fácil, Todo, Tarde…), también contiene el cover Paint it black de los Stones, y cuatro inéditos. Uno de ellos se llama Hermosa espera, cuya maqueta fue inicialmente la introducción al programa de las tardes de la Rock & Pop docta en 2004, y que uno de los productores -quizá por considerarlo un tanto laxo para la tarde cordobesa-, omitió a las pocas semanas de circulación. Vaya alegría reconocerlo a tientas otra vez, hecho canción y diciendo algo tan simple y apacible como “llegó el descanso para la cabeza…sobre tus piernas…”. Hermosa espera, la de los que persisten en las melodías que dan belleza y fulgor a este mundo"
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